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Foto del escritorCarola Dümmer

Minas Gerais, desafío virgen extra

Junto al café, uno de los productos más reconocidos del país, y entre una exuberante vegetación, los olivos consolidan su presencia en Minas Gerais, región al noreste de Sao Paulo, Brasil. Con el clima en contra, pero la fe y las ganas intactas, los productores de esta zona apuestan todas sus fichas a la calidad de sus aceites y al oleoturismo, como una forma de educar sobre este producto.


Texto y fotos: Carola Dümmer

Miles de tonos verde envuelven a los visitantes que llegan a la región de Minas Gerais en la Sierra da Mantiqueira. Cientos de especies habitan estas tierras, tres horas al este de São Paulo, donde palmeras se mezclan con bananos, los cafetales inundan los campos, y, desde hace algunos años, los olivos buscan su lugar en este ecosistema fértil y colorido. Curioso paisaje para encontrar a esta especie, tan asociada al clima mediterráneo. Fue más bien esto último lo que buscábamos a mediados de febrero, cuando se inició la cosecha en Brasil, uno de los actores más nuevos de nuestro mundo olivícola. Pero de clima mediterráneo, la verdad es que nada, porque Minas es todo menos tradición, y su olivicultura es tan sorprendente como su tierra y su gente. Como explican los “mineros”, pueden tener las cuatro estaciones en un lapso de dos horas, pero siempre habrá humedad, siempre sobrará el agua, y la probabilidad de que una nube descargue toda su furia en plena cosecha es más una certeza que una posibilidad. Pero luego sale el sol, aparece un arcoiris, y bueno, ¿quién puede resistirse a eso? Así es que nos olvidamos de todo lo que conocemos acerca del olivo -del estrés hídrico, de la oscilación térmica, de marcos de plantación- y nos dejamos sorprender, porque lo cierto es que hace poco más de 10 años, los productores de esta zona, uno de los terroir más famosos para el cultivo del café, comenzaron a plantar olivos, y ya van un par de años en que sus aceites ganan terreno en los concursos internacionales. ¿Los mejores del mundo? No. Pero algunos muy buenos.

Turismo "azeitado"


Fazenda Irarema está ubicada a 12 kilómetros de Poços de Caldas, una zona reconocida por su suelo volcánico y sus pozos termales (de ahí su nombre) que atrae gran número de turistas los fines de semana. En ese lugar, la familia Carvalho Dias se instaló hace 40 años. Mónica tuvo un sueño, en el que vivía en esa zona, cerca de su prima. Su marido, Mauricio, insistía en que no había nada para comprar, pero terminó cediendo, y buscando por el sector, llegaron a la casona que hoy es su hogar, en el momento exacto en que la familia anterior, extranjeros, requería vender con urgencia. El campo, fundado en 1870, llevaba cinco años completamente abandonado. Hoy es un terreno prolijo, bien cuidado, donde se producen frutas, hortalizas, frutos secos, y uno de los cafés más premiados del mundo. También aceite de oliva, y esto último es lo que ha llevado a esta familia a abrir las puertas de su casa, literalmente, para recibir hasta 600 visitas, que llegan a Fazenda Irarema cada fin de semana. La experiencia es completa. La familia no sólo los recibe. Mónica, la visionaria soñadora, tiene una fábrica de jabones que elabora con aceite y sus subproductos, los que vende en una preciosa tienda dentro de la finca. Al lado está Bemdita, un local de carnes premium, producidas en la zona bajo estrictos cuidados, manejado por Carol, la esposa de Moacir. Este último es hijo de Mónica y Mauricio, y no sólo dirige la almazara, sino que arma y desarma cada máquina, y controla personalmente cada extracción. Su hermana trabaja en el restaurante, donde los turistas disfrutan productos locales maridados con los aceites. Incluso los nietos, la tercera generación, participan vendiendo frutas que recolectan ellos mismos.

Mauricio conoce cada centímetro del campo, y se preocupa de probar nuevos métodos y tecnologías para mejorar la producción y calidad de la fruta, un desafío no menor ante la adversidad del clima y las plagas.

Vecino a Irarema está Fazenda Rainha, donde se produce el famoso café Orfeu, y hace algunos años también aceite de oliva virgen extra. Este proyecto, de propiedad de la familia Marinho, controladores del gigante mediático O´Globo, está en proceso de lanzar su marca. Acá, la cosecha se realiza a la antigua, vareando los árboles en un terreno que además de verde, es de pendientes pronunciadas. El costo de producir en Minas es alto, alrededor de 6 dólares el litro, y por lo mismo, los precios de sus aceites también lo son.


Profundamente virgen


Este 2020 la producción en la zona será un 30% menor a 2019, que tampoco fue un año bueno, y donde alcanzó 230 mil litros. Hongos y fuertes granizos en época de floración hicieron su efecto. “Es una realidad que a muchos desanima, pero para otros, los motiva a reinventarse, creando experiencias, como el oleoturismo, que en Brasil son nuevas y nos permiten crear una cultura del aceite de oliva”, explica Ana Beloto, catadora, columnista y experta en marketing, que lleva 18 años introduciendo marcas de aceite de oliva en ese mercado. Primero españolas, hoy nacionales. “Tenemos que avanzar en educación para que la gente conozca, valore y consuma los buenos aceites de oliva, un camino que no es fácil, pero es totalmente posible”, aclara llena de optimismo.

A unos cuantos kilómetros, Carla Borriello, nos explica que la producción en Minas apunta a la diferenciación. Ya ha logrado introducir su aceite, Borriello, en algunos de los más importantes restaurantes de Sao Paulo. Su problema no es vender, sino su pequeño volumen, a penas 2 mil litros proyectados para 2020. Cree que hay grandes oportunidades para el aceite de oliva en ese país, que pese a tener un consumo per capita muy bajo a nivel país (menos de 1 litros per capita), tiene poblaciones o ciudades con consumidores más sofisticados y dispuestos a pagar por la calidad, en un mercado dominado por marcas industriales portuguesas, donde el rancio está a la orden del día. Para entender la olivicultura en Minas, hay que abrir la mente y salirse del manual, porque probablemente ningún texto esté preparado para esto. Pero una vez que lo haces, cuando dejas de pensar en todo lo que sobra y todo lo que hace falta, no queda más que disfrutar el milagro, porque ahí, 1200 metros sobre el nivel del mar, con mucha humedad, absolutamente fuera de toda lógica, la almazara se llena de olor a manzana, de la centrífuga caen las primeras gotas verdes, y tenemos el primer aceite de oliva virgen extra 2020 en el hemisferio sur. Vamos a ver cómo sigue esta historia. Por ahora es delicada, con aromas a pasto recién cortado, almendra, manzana y alcachofa. Y es extra virgen, profundamente.


(Este artículo escrito para Olive Oil Times, pueden encontrar su versión en inglés en el siguiente link: https://www.oliveoiltimes.com/business/south-america/minas-gerais-production-and-tourism/80586)



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