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Carta segura

Para una olivalover como yo, intensa y catete –lo asumo-, no puede haber recompensa más grande en la vida que ver a un chef estelar disfrutando un aceite chileno. Y con estelar me refiero a estrella Michelin y todo eso. Por eso, el día que me tocó presenciar como el equipo completo del restaurant Del Posto en NY se rendía ante Alonso, me convencí de que, ciertamente, esta marca chilena estaba para grandes cosas.

Ese día de octubre de 2016, Mark Ladner y todo su staff, en ese templo maravilloso que es la Cocina de Del Posto, lo incluyeron como uno más en una exclusiva colección de aceites de todo el mundo.

Volví a ver a Mark en mayo pasado, en los fuegos de su reciente apertura, Pasta Flyer (@pastaflyer), un concepto completamente nuevo de restaurant (muy recomendable para los que anden por allá), que ofrece pastas y salsas, de gran calidad y perfectamente preparadas, pero en un estilo tipo fast food: rápido y barato. Se acordaba perfecto de esa cata, y –¡sorpresa!-, Alonso era uno de los aceites que está probando en esta nueva aventura gastronómica.

Entre las muchas gracias de esta empresa ubicada en Litueche (Sexta Región), está el habérsela jugado con una completísima línea de monovarietales, de diferentes estilos e intensidades: Arbequina, Arbosana, Frantoio, Leccino, Koroneiki, Picual y Coratina. A esta se suma un blend, que es realmente un lujo. Pero además está Obsession, un aceite ultra premium, con un packaging maravilloso (botella y caja tipo perfume), para quedar como rey (o reina) si tiene que hacer un regalo.

Otro upgrade: Alonso es la primera marca chilena (y única hasta donde yo sé) que abrió sus propias tiendas. No hablo de la sala de ventas típica de la planta. No, en pleno Barrio Italia primero, y en Vitacura después, se la jugaron con locales propios, donde ofrecen todos sus aceites en diferentes formatos (botellas y bidones), además de acetos y alguna otra novedad. En estas tiendas se puede degustar todo antes de comprar, y realizan catas (previa inscripción) para enseñar más acerca de este maravilloso mundo (más info en su Instagram @alonsoliveoil).

Completa esta propuesta, honesta y responsable, con un sello que deberían tener todos los aceites de oliva del mundo. Alonso indica en su botella, con un sticker especial, el año de cosecha. O sea, el consumidor conoce, en forma fácil y transparente, cuándo fue producido el aceite, tema crítico en esta industria. He dicho ya que, a diferencia del vino, el aceite de oliva, mientras más fresco, mejor… Con el paso del tiempo se oxida y se enrancia, por lo que la recomendación es elegir SIEMPRE aceites del año, que conservan intactas todas sus propiedades nutricionales y organolépticas. El problema es que muchas empresas etiquetan la fecha de embotellado, pero perfectamente pueden estar embotellando aceite producido hace dos años… Por eso, el sticker de Alonso, con el año de cosecha, es un compromiso con la frescura y calidad que como consumidores deberíamos celebrar (¡y exigir a todos los demás!). Buenas prácticas que hacen bien.

Entonces estamos hablando de un aceite jugado, que conquista a chef famosos, con una oferta de monovarietales para todos los gustos, con tiendas propias donde además enseñan, y transparente en su propuesta al consumidor... Por eso moría por probar la cosecha de este año. Y debo reconocer que abrí la botella con algo de susto, porque odio cuando la expectativa se come ese momento que uno lleva esperado tanto tiempo... Nada de eso ocurrió acá.

Fresco, vibrante, sabroso. Encanta en nariz y explota en la boca, como una bomba que llena todo de rúcula, alcachofa, chicoria, un toque de almendra y pimienta verde. Amargo intenso, picor persistente. Pura fruta verde y deliciosa. Así es la Coratina Alonso 2018. Perfecta para entender el significado de robusto.

Elegí este aceite, dentro de la gran –y excelente- oferta que tienen, porque es una de mis variedades favoritas del mundo mundial, y me gusta mucho lo que esta empresa está haciendo con ella. Cada vez que voy a USA a enseñar –hago una clase de aceites del hemisferio sur-, me llevo algunas muestras de este aceite, y siempre causa sensación. Y créanme, no es tan fácil emocionar a la audiencia cuando acaban de probar lo mejor de lo mejor del hemisferio norte.

Así es que si esta columna tuviera puntos, estrellas, notas o lo que fuera, acá se las daría todas, por esa complejidad de sabores que viven en él, y que por supuesto, levantan cualquier plato. A la venta en supermercados y online, pero no se pierda la experiencia de comprarlo en sus tiendas: Emilio Vaisse 741 (Ñuñoa) y Vitacura 3456 (Vitacura). Y no deje de probar el resto, porque valen la pena, todos y cada uno de ellos. A este Alonso, lo aplaudimos de pie. *Columna publicada en la edición JULIO 2018 de Revista Placeres.

Foto gentileza Alonso

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